BOLOGNESI, EL TITÁN DEL MORRO"
El Ejército del Perú a través del Comando de Instrucción y Doctrina del Ejército se conplace en invitar a participar en el Simposio por el Bicentenario del natalicio del Crl Francisco Bolognesi Cervantes, Patrono del Ejército y Héroe Nacional, a llevarse a cabo el día de hoy viernes 21 de Octubre a las 18:00 Hrs en el auditorio de la Escuela Militar de Chorrillos
Francisco Bolognesi
(Francisco Bolognesi Cervantes; Reyes, 1816 -
Arica, 1880) Coronel peruano. Francisco Bolognesi es particularmente
recordado por su heroica participación en la batalla de Arica, en la que
murió el 7 de junio de 1880 luchando junto a sus soldados y después de
pronunciar unas célebres palabras: "Tengo deberes sagrados que cumplir y
los cumpliré hasta quemar el último cartucho". Su valentía y coraje han
pasado a la historia como ejemplo de soldado de honor y de espíritu
guerrero.
Francisco Bolognesi
Hijo de Andrés Bolognesi, natural de Génova, y
de Juana Cervantes, oriunda de Arequipa, fue su padrino el marqués de
Montamira, caballero de la Gran Cruz Colorada. Realizó sus estudios
primarios en Arequipa. En 1830 ingresó al Seminario Conciliar de San
Jerónimo, donde estudió secundaria, sobresaliendo en el curso de
matemáticas.
Desde muy joven, a la muerte de su padre (ocurrida el 27 de agosto de 1834), trabajó en el rotativo El Comercio
de Arequipa. Estudió contabilidad y llegó a dominar el francés. A los
24 años se dedicó a los negocios de manera independiente, pero su
principal interés se centraba en la vida política del país, que por
aquel entonces atravesaba una etapa de anarquía.
En 1853, con el grado de teniente coronel, fue
designado ayudante del Estado Mayor General de la división de Arequipa, y
posteriormente, el 28 de junio de 1854, fue nombrado comisario de
guerra. Participó en varias batallas libradas en Ayacucho, Arequipa,
Cusco y otros lugares. El 18 de abril de 1856 pasó a servir en la
Inspección General del Ejército en Lima.
El 14 de noviembre de ese año fue nombrado edecán de campo del presidente de la República, el mariscal Ramón Castilla.
En abril de 1857 empezó a ejercer el mando como artillero y el 7 de
marzo del año siguiente fue ascendido al grado de coronel efectivo, por
acción distinguida. En la campaña contra el Ecuador de 1860 participó
como jefe de artillería.
Enviado a Europa para comprar piezas de artillería,
regresó de Londres el 18 de enero de 1862 con el armamento adquirido. En
1872 pasó al retiro, dejando una brillante estela por su recia
personalidad de militar a carta cabal en su calidad de excelente
comandante de un regimiento de artillería.
La batalla de Arica
Cuando estalló la Guerra del Pacífico
(1879-1833), en la que Perú y Bolivia se enfrentaron contra Chile,
Francisco Bolognesi fue llamado para tomar las armas y defender la
patria. En dicha contienda estuvo al mando de la tercera división y
participó en las batallas de San Francisco y Tarapacá.
Después de la derrota de los ejércitos de Perú y
Bolivia en la batalla de Tacna, el 26 de mayo de 1880, el sur del país
quedó casi del todo perdido en manos chilenas. Únicamente en Arica
quedaba una guarnición de 1.600 hombres al mando de Bolognesi, que,
aislada por tierra y por mar, estaba condenada a caer. Su emplazamiento
era el morro de la ciudad, una cresta natural de unos trescientos metros
que se elevaba al pie del océano.
La noticia del desastre de Tacna había tardado
en saberse en Arica. El dos de junio habían llegado cinco soldados
sobrevivientes con la mala nueva, pero Bolognesi no pudo cobrar
conciencia de la magnitud de la derrota y mantuvo la ilusión de que no
todo se habría perdido; algunos batallones se habrían salvado y
avanzarían a socorrerle.
Bolognesi escribió varios telegramas a Lizardo
Montero a Moquegua y Arequipa, prometiendo que la plaza no se rendiría,
pero pidiendo instrucciones y en especial la llegada de las fuerzas de
Leyva, quien con tres mil hombres había sido comisionado por Montero
para socorrerle. No recibió respuesta. Leyva se hallaba entonces en
Tarata y, viendo cortado el camino hacia Arica por la ocupación chilena
de Tacna, había partido hacia el norte, es decir, en dirección
contraria. Le quedaba todavía una carta: la retirada hacia el interior,
el valle de Azapa, pero no tenía autorización para ello.
Desde meses atrás había comenzado a minarse el
morro que preside el puerto, pero los chilenos capturaron al ingeniero
Elmore, encargado de la labor, y descubrieron estos planes. De cualquier
manera, la noticia de que el morro estaba sembrado de explosivos
retrasó la decisión chilena de atacar y los empujó a negociar la
rendición. Se ha dicho, sin pruebas que lo fundamenten, que Montero y
Bolognesi habían concebido el plan de hacer volar todo el morro, con
defensores y atacantes, e incluso la ciudad, si la batalla se veía
perdida. Francisco Bolognesi sabía que las minas podían fallar, ya que
eran imperfectas, y que la clave de la defensa era la artillería.
Lamentablemente, estaba compuesta de cañones que en su mayor parte no
giraban en círculo, complicando la defensa.
El 5 de junio de 1880 un parlamentario del
ejército chileno, el mayor Juan de la Cruz Salvo, se acercó a pedir la
rendición de la plaza a fin de evitar un derramamiento de sangre. El
honor militar, aseguró, no debía llevar a un sacrificio carente de
antemano de fruto. El ejército chileno tenía seis mil hombres y
armamento superior; la proporción era de cuatro a uno. Juan de la Cruz
Salvo ofreció una capitulación en términos dignos para los vencidos.
Ante el requerimiento del parlamentario enemigo,
Bolognesi replicó: "Tengo deberes sagrados que cumplir, y los cumpliré
hasta quemar el último cartucho". "Entonces, está cumplida mi misión",
sentenció el mayor Juan de la Cruz Salvo. El coronel, le pidió sin
embargo, unas horas para dar una respuesta final, porque quería
consultar con sus comandantes, pero Salvo señaló que no había tiempo
para ello y que debía volver de inmediato. Bolognesi le pidió aguardar
unos instantes. Llamó a su estado mayor, les transmitió la comisión del
parlamentario chileno y lo que había sido su respuesta. Todos se
adhirieron a ella.
El día 6 de junio de 1880 se produjo la
defección del coronel Agustín Belaúnde. Bolognesi lo mandó apresar, pero
escapó y huyó hacia Moquegua. En el camino se cruzó con el prefecto de
Tacna, Alejandro del Solar, quien se dirigía a Arequipa. Sorprendido del
encuentro, Alejandro del Solar le preguntó por la suerte de Arica. Como
Belaúnde no supiese responder, se imaginó el resto y lo hizo apresar.
Estuvo a punto de ser fusilado, pero se le perdonó. Años después fue
elegido diputado por la provincia de Tayacaja.
Los chilenos decidieron atacar por el lado este,
el más escarpado, y no por el del mar, donde los peruanos habían
concentrado la defensa. El 6 de junio hubo intercambio de disparos entre
la flota chilena y la artillería del morro y la del único navío
peruano, el Manco Capac. Al mando del coronel Pedro Lagos, sagaz
estratega, el ejército chileno hizo varias maniobras de distracción para
confundir a la defensa, dejando hogueras encendidas en un lado,
movilizando las tropas hacia otro y utilizando a Elmore como
parlamentario de una última propuesta de rendición, sabiendo que Elmore
contaría a Bolognesi el emplazamiento de las tropas chilenas, que luego
cambiarían. En realidad, Elmore malició, correctamente, que el ataque
iba a tener lugar por el lado opuesto al que le empujaban a creer, pero
Bolognesi, fiel a los reglamentos, no quiso recibirlo por tratarse de un
prisionero del enemigo.
El 7 de junio de 1880 se produjo el ataque por
el lado este, a las cinco y media de la madrugada. Tras tres horas y
media de lucha la bandera peruana fue arriada del morro. Los tripulantes
del Manco Capac hundieron el barco para evitar su caída. El plan de las
minas no funcionó. Según una versión chilena, Bolognesi corrió hacia la
Santabárbara poco antes del final para hacer explotar las minas; al ver
que no pasaba nada, gritó "Traición". Los peruanos vieron morir casi la
mitad de sus efectivos; entre ellos el coronel Bolognesi, ultimado de
un culatazo.
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