Murieron en Arica unos 900 defensores peruanos, es decir, casi los dos tercios de las fuerzas totales; el resto fue tomado prisionero. Tan elevado número de víctimas peruanas se debió a que muchos heridos y prisioneros fueron fusilados por los chilenos. Hubo también saqueos, incendios y ataques a los consulados, entre otros desmanes desatados por las tropas vencedoras. Todos estos excesos se dieron, a decir de los mismos chilenos, en represalia por la explosión de algunas minas (dinamita camuflada) durante la batalla, que les causaron estragos.[3]
Los restos de Bolognesi fueron trasladados al Perú en julio de 1880, a bordo del transporte Limeña, junto con los restos de otros dos caídos en Arica: Juan Guillermo More Ruiz y Ramón Zavala. Actualmente se encuentran en la Cripta de los Héroes del Cementerio Presbítero Maestro.
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