El principal mando militar de Sendero Luminoso del VRAE, ‘Alipio’ (Orlando Borda Casafranca), fue abatido el domingo pasado en el caserío de Pampas, en Llochegua. Arriba, el camarada ‘Gabriel’ (Marco Antonio Quispe Palomio). (Fotos: captura del video de la entrevista de Fernando Lucena a ‘Alipio’, en 2011, publicada en IDL-R; y LaMula.pe)
Como cayó ALIPIO
Pampas es un caserío pequeño en la selva nubosa de la provincia de Huanta. Pertenece al distrito cuya capital es Llochegua y si se los mira en el mapa, parecen estar cerca.
Pero la ciudad de Llochegua está a 525 metros sobre el nivel del mar y Pampas a más de 2,200 metros.A esa altura, la selva es nubosa y agreste, el tipo de territorio en el que Sendero del VRAE ha podido hasta ahora moverse con soltura.
Durante las últimas semanas hubo una presencia particularmente intensa de SL-VRAE en esa zona, en las que llevó a cabo el tipo de acciones que no había perpetrado, por lo menos ahí, en el pasado reciente.
La más notoria fue, por supuesto, el ataque al Consorcio Vial Quinua que ejecutaba el asfaltado de la carretera que une Quinua con San Francisco.
En el ataque, el 23 de julio pasado, los senderistas quemaron toda la maquinaria y el equipo que encontraron. Fue su segunda incursión en apenas dos meses. En la primera, el 5 de junio, saquearon víveres y adoctrinaron a la fuerza a los casi 200 trabajadores. Pero la segunda acción resultó devastadora. Después de ella, el Consorcio Vial Quinua paralizó sus operaciones.
Los ataques proyectaron la impresión de un SL-VRAE que podía hacer lo que quisiera en cualquier lugar del Valle o vecino a él.
Desde el punto político, sin embargo, fue un desastre para Sendero porque el sabotaje al asfaltado de una carretera, largamente demandado por los habitantes del VRAE, generó un fuerte sentimiento de rechazo popular en el Valle.
Para muchos en el VRAE, con memorias vivas de la sangrienta guerra que hubo entre Sendero y los DECAS en los 80 y 90 del siglo pasado, SL-VRAE se estaba quitando la careta y demostrando su real vocación de abuso, después de haber hecho en el pasado grandes esfuerzos por mejorar su relación con sus antiguos enemigos campesinos.
El cambio de estilo continuó y se acentuó luego del ataque al Consorcio Vial Quinua. Ahí, de paso, SL-VRAE dejó unas octavillas amenazantes, escritas a mano, con amenazas de muerte a los agentes de inteligencia del Gobierno. El lenguaje recordaba más al Sendero antiguo que al que hasta hace poco tiempo había proclamado que solo atacaría a militares y policías, pero nunca a la población civil.
Después, este 6 de agosto, una columna armada de SL-VRAE entró en la zona de San Gerardo y pidió víveres a la población. Lo inusual es que los senderistas no pagaron por los alimentos. “Parece que sus recursos económicos bajaron” dijo a IDL-R una fuente de la zona, con larga experiencia en ella, “antes pagaban al contado. Ahora, no pagaron”.
Según versiones de las fuerzas de seguridad, ‘Alipio’ y ‘Gabriel’ (este último se habría traslado desde La Convención a Llochegua), dirigieron todas esas acciones.
El año pasado, como se recordará, ‘Alipio’ reforzó a ‘Gabriel’ en La Convención.
Quemar maquinaria de construcción de carreteras; amenazar con matar a los ‘agentes’ del gobierno, llevarse víveres sin pagar. Nada de esto generó simpatía popular y puede haber representado un costo considerable para SL-VRAE.
Aparte de San Gerardo y Tutumbaru, los senderistas –alrededor de 25 en total– pasaron también en esos días por Tribolina, Monterrico y Mejorada
Y mientras los senderistas se movían con total impunidad en esa área, los grupos especiales de inteligencia y operaciones de las fuerzas de seguridad ajustaban los detalles para lo que parecía ser la más importante operación contra el SL-VRAE desde que ‘William’ fuera abatido el 5 de septiembre de 2012.
De hecho, el estilo de las dos operaciones era parecido. Con agentes y colaboradores locales, complementado con inteligencia electrónica, los grupos especiales de acción contra SL-VRAE supieron anteladamente muchos de los movimientos de ‘Alipio’ y ‘Gabriel’. Y prepararon lo que terminó siendo una compleja emboscada contrainsurgente.
A las ocho de la noche del domingo pasado, dos líderes senderistas, aparentemente ‘Alipio’ y ‘Gabriel’, llegaron, acompañados por un tercero con el seudónimo de ‘Alfonso’, a una vivienda más bien rústica, de dos pisos, en Pampas. La columna de senderistas armados que los protegía (unas 23 personas) tomó posición a una cierta distancia. Los líderes senderistas, entre tanto, entraron a la casa y, según parece, comieron y se pusieron a ver televisión.
A las 10 de la noche, una tremenda explosión mató a los tres senderistas. Sus llamaradas provocaron un incendio que calcinó los cadáveres.
La columna senderista apostada en las cercanías registró, según fuentes de las fuerzas de seguridad, una frenética actividad radial entre los grupos avanzados y el cuerpo principal. Ahí se habría mencionado tanto a ‘Alipio’ como a ‘Gabriel”.
Mientras la aturdida columna senderista, se retiraba conmocionada, un grupo de reconocimiento de las fuerzas combinadas contrainsurgentes, que había estado agazapado cerca, avanzó rápidamente para cubrir el área y evitar que los senderistas recogieran los cadáveres.
Simultáneamente cuatro helicópteros (dos de ellos los MI-35) con capacidad de navegación nocturna despegaron desde Pichari. Transportaban dos patrullas combinadas de fuerzas especiales. Nueve minutos después, los helicópteros depositaron a las patrullas en Pampas. Estas controlaron de inmediato el área.
Las tropas especiales combinadas entraron a lo que quedaba de la casa y encontraron los cuerpos carbonizados, irreconocibles de los tres senderistas. Poco después, los cadáveres fueron llevados al cuartel general del Comando Especial VRAE en Pichari, donde empezaron las pericias forenses para identificar los cuerpos.
Pero incluso antes del retorno de los helicópteros a Pichari, los oficiales que dirigieron la operación hicieron saber que dos de los cuerpos correspondían a ‘Alipio’ y a ‘Gabriel’. El tercero es el desconocido ‘Alfonso’, a quien algunos describen como la ‘mano derecha’ de ‘Alipio’ y otros como ‘seguridad de Gabriel’.
¿Cómo tuvieron certeza esos mandos respecto de la identidad de los abatidos? Dado que la identificación forense no parece posible hasta que no se haga la prueba de ADN, todo indica que gracias a la precisa inteligencia que manejaron las fuerzas de seguridad, la identificación se produjo antes que detonara el explosivo.
La fluida rapidez y eficacia en las acciones posteriores (la llegada de los helicópteros en cortísimo tiempo, el despliegue de un grupo de reconocimiento de fuerzas especiales) indica que el comando y control de la operación desde Pichari tuvo conocimiento instantáneo de lo que estaba sucediendo, gracias a una inteligencia precisa en el lugar y a un plan que fue desarrollado con tiempo y previsión.
Si, tal cual parece es el caso, ‘Alipio’ y ‘Gabriel’ son los dos líderes abatidos, su muerte representará el golpe más contundente que SL-VRAE ha sufrido desde el momento mismo en que empezó a organizarse bajo una nueva doctrina, luego de la captura de ‘Feliciano’, en julio de 1999.
Entre las tres bajas, la de ‘Alipio’ resulta ciertamente la más importante. Su capacidad política, como se puede ver en las escasas palabras que pronuncia durante la entrevista que Fernando Lucena realizó con ‘Raúl’ (Jorge Quispe Palomino) en 2011, fue siempre muy limitada. Pero ‘Alipio’ destacó entre todos los otros senderistas como el mejor conductor de operaciones militares. El único que le seguía en destreza operativa, ‘William’, fue, – como se menciona líneas arriba– abatido hace un año.
Así, la muerte de ‘Alipio’ (si tal es el caso), tendrá un efecto devastador sobre la capacidad operativa de SL-VRAE. Con seguridad en el corto y con alta probabilidad en el mediano y largo plazos.
Paulatinamente, pero sobre todo en el último año, la estructura combinada de las fuerzas contrainsurgentes en el VRAE, ha logrado arrebatar en varios casos la iniciativa operacional y también la estratégica al SL-VRAE. En insurrecciones guerrilleras, los rebeldes buscan por lo general que las fuerzas contrainsurgentes se desgasten en ofensivas que terminan en emboscadas y contraataques insurgentes. En este caso ocurrió lo opuesto. La aparente iniciativa que ‘Alipio’ y ‘Gabriel’ mantuvieron en el teatro relativamente pequeño de operaciones en el que se movieron durante los dos últimos meses, los llevó finalmente a caer en la emboscada que las fuerzas de seguridad les habían preparado, siguiendo sus pasos sin que se percatara el enemigo.
Así, paradójicamente, el más capaz operador militar senderista terminó abatido por el tipo de ataque –la vigilancia paciente seguida por un asalto súbito y letal– que él practicó y del que, salvadas proporciones y distancias, fue ahora objeto♦
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