sábado, 5 de noviembre de 2016

Brillante discurso de orden a cargo del Gral Div "R" Francisco Vargas Vaca en la sesión solemne con motivo del bicentenario del natalicio del Crl. Francisco Bolognesi

DISCURSO DE ORDEN DEL SR. GENERAL DE DIVISIÓN “R” FRANCISCO ANTONIO VARGAS VACA EN LA SESIÓN SOLEMNE CON OCASIÓN DE LA CELEBRACIÓN DEL BICENTENARIO DEL NACIMIENTO DEL CORONEL FRANCISCO BOLOGNESI CERVANTES; ORGANIZADA POR LA BENEMERITA SOCIEDAD FUNDADORES DE LA INDEPENDENCIA, VENCEDORES DEL COMBATE DEL 2 DE MAYO DE 1866 Y DEFENSORES CALIFICADOS DE LA PATRIA, CEREMONIA QUE SE LLEVÓ A CABO EL 3 DE NOVIEMBRE DEL 2016 A LAS 1900 HORAS. 




 

"GLORIA A BOLOGNESI"



Sr. General de División Carlos Alfonso Tafur Ganoza, Presidente de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia, Vencedores del Combate del 2 de mayo de 1866 y Defensores Calificados de la Patria.
Srs. Oficiales Generales y Almirantes.
Distinguidos miembros del Consejo Directivo
Dignas autoridades civiles y militares.
Estimados Srs. asociados e invitados
Damas y Caballeros Oficiales, cadetes, Técnicos, SubOficiales y Oficiales de Mar.
Señoras y Señores.
El día de mañana, 4 de noviembre del año 2016, los peruanos celebraremos los 200 años del nacimiento de uno de los personajes más representativos de nuestra nación, mañana nos congratularemos por el bicentenario del natalicio de Francisco Bolognesi Cervantes, Coronel de Artillería, héroe nacional, honrado como Gran Mariscal, designado Patrono del Ejército del Perú, y un personaje que nos proporciona un permanente ejemplo para todas las generaciones de peruanos.
Bolognesi es una figura, cuyo nombre se encuentra en todo el territorio nacional, desde la importante Avenida Bolognesi en Tumbes, hasta su efigie en el arco parabólico de la Plaza Principal de Tacna; desde el centro poblado Bolognesi en la provincia de Maynas, distrito de Yaquerana en la frontera con Brasil, hasta el jirón Bolognesi en el Callao y la localidad de Bolognesi a 4,280 msnm en Puno. Es decir nuestro territorio comienza y termina con el nombre de Bolognesi. Ese es el hombre, cuyo nacimiento nos convoca el día de hoy.
Ante este magno acontecimiento, he sido designado para hacer uso de la palabra en este histórico auditorio de nuestra Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia, la primera Institución con fines cívico-patrióticos creada en el Perú y en todo el Continente Americano, fundada en 1857 y que constituye el templo donde se exalta el glorioso pasado de nuestra patria.
Esta designación – pues – significa un señalado honor que tendré presente por el resto de mi mortal existencia; por lo que agradezco muy sinceramente al Sr. General de División Presidente de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia y a su Consejo Directivo, al darme la oportunidad de disertar ante tan selecto auditorio.
Si Francisco Bolognesi estuviera presente físicamente acá entre nosotros, mañana celebraríamos su cumpleaños número 200, sus amigos se reunirían en torno a él, le traerían una gran torta con 200 velitas, cantarían el “Cumpleaños Feliz”, habría vino y pisco sour, y todos se alegrarían por su onomástico.
Pero, Bolognesi no está con nosotros físicamente – materialmente – en persona; sin embargo, yo creo que está presente de una forma más cercana, más intensa, más vívida; está presente de manera espiritual; su figura señera, su recuerdo y su ejemplo viven permanentemente en el corazón y en la mente de todo buen peruano.
Por ello, tenemos un auditorio pleno de asociados e invitados que hoy se reúnen en torno al espíritu del héroe en nuestra Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia; y han venido a congratularse, a alegrarse y a reflexionar, por la gloria y el ejemplo de Francisco Bolognesi a 2 siglos de su nacimiento.
El cumpleaños de una persona, así como el aniversario de una Institución o el Aniversario Patrio, siempre es motivo de reflexión. ¿Qué reflexiones podemos hacer por el cumpleaños del Coronel Francisco Bolognesi? ¿Qué podemos pensar en este bicentenario de su nacimiento? ¿Qué lecciones nos proporciona su comportamiento terrenal?
Para tratar de resolver estas interrogantes, vayamos a la historia, repasemos su biografía y extraigamos las enseñanzas que nos dejó el héroe.
Francisco Bolognesi nació un 4 de noviembre de 1816 en Lima, en plena efervescencia por la independencia, su padre fue un músico italiano (genovés Don Andrea Bolognesi Campanella) y su madre una dama arequipeña (Doña Juana Cervantes Pacheco), cuando tenía cuatro años de edad, el General San Martin proclama la independencia nacional.
En 1823 (Francisco tenía 7 años) la familia se trasladó a Arequipa, a los años fallece su padre, el joven Bolognesi a la edad de 16 años (1832) tuvo que buscar trabajo para sostener a la familia, fue empleado en la casa extranjera más grande de Arequipa, la Casa francesa Santiago Le Bris y Compañía, por su gran habilidad con las matemáticas, fue nombrado como Tenedor de Libros, es decir como Contador, aquí aprendió el idioma francés. Luego a la edad de 24 años (1840) emprendió un negocio propio relacionado con el comercio de coca, café y cascarilla, esta última también conocida como quinina, extraída del árbol de la quina, el mismo que se encuentra en el escudo nacional. Para obtener estos productos tuvo que viajar a lugares alejados e inhóspitos, y aprendió a negociar con proveedores muchas veces hostiles, lo que fue forjando su carácter y ganando experiencia.
En este punto de su biografía, encontramos una primera lección: esfuerzo desde joven, emprendimiento, deseo de superación, responsabilidad, y amor al Perú a pesar de su padre y apellido extranjero.
En 1843 el Coronel Manuel Ignacio de Vivanco, se sublevó en Arequipa, marchó sobre Lima y tomó el poder de facto, entró a Palacio de Gobierno erigiéndose como Dictador, originando varios meses de anarquía y guerra civil, con innumerables enfrentamientos en los departamentos de Tacna, Moquegua, Arequipa, Puno, Cusco y Junín.
Ante el caos, en 1844 el Dictador Coronel Manuel Ignacio de Vivanco regresa a la ciudad de Arequipa, que era leal a su causa; las fuerzas constitucionalistas lideradas por el General Ramón Castilla lo enfrentan en la batalla de Carmen Alto, cerca de Cayma en las afueras de la ciudad, el 22 de julio de 1844. Bolognesi de 27 años participa en el combate, en lo que fue su bautizo de fuego.
Aquí tenemos una segunda lección de nuestro héroe, resulta que toda la ciudad de Arequipa era leal al Dictador Vivanco; Bolognesi, su familia y su negocio se encontraban en Arequipa. Bolognesi debía decidir entre apoyar a sus amigos, a sus clientes que estaban con el Dictador o pelear con los que defendían la Constitución. Ante ello, pesó más su conciencia y respeto por la legalidad, en un claro ejemplo para los militares y peruanos de hoy, porque nadie puede estar por encima de la Constitución y las leyes.
En 1844, después de la batalla de Carmen Alto, Bolognesi ingresa a la Guardia Nacional de Arequipa, llegando hasta Coronel graduado de la Guardia Nacional. En esos tiempos existían dos organizaciones: El Ejército de Línea o Ejército Nacional que actuaba en todo el territorio de la República, y la Guardia Nacional, constituida por milicias locales que se reunían temporalmente por 2 o 3 días para instrucción o por mayor tiempo para sofocar alguna situación de crisis local.
Años más tarde, el 7 de enero de 1854 ingresa al Ejército de Línea con el grado de Teniente Coronel del Cuerpo de Artillería, como Segundo Jefe en el Batallón “Libres de Arequipa”.
El 5 de enero de 1855 participaría en la Batalla de La Palma, bajo las órdenes del General Ramón Castilla, contra las fuerzas del General Rufino Echenique, acusado por un gran escándalo de corrupción. Durante toda la campaña se desempeñó como Comisario General, es decir el encargado de la obtención de los abastecimientos, víveres, equipo y armamento.
Posteriormente, prestó servicios en la Inspección General del Ejército, luego como Sub Prefecto en Puno, y en 1856 sería nombrado Ayudante de Campo del Presidente de la República (R. Castilla).
El 6 y 7 marzo de 1858, Bolognesi bajo el mando del General R. Castilla participa en la toma de la ciudad de Arequipa que se había nuevamente sublevado liderada por el Coronel Mariano Ignacio de Vivanco (quien se autonombró Supremo Jefe Regenerador).
En esta oportunidad, tuvo destacada actuación como Jefe del Escuadrón Volante y la Brigada de Artillería, siendo herido en combate, y ascendido por valerosa actuación al grado de Coronel efectivo de Artillería.
En 1859, Bolognesi participa en la guerra con el Ecuador. Es decir, Bolognesi era un hombre de armas, un héroe de varias batallas y campañas militares.
Entre 1861 y 1870 fue comisionado tres veces a Europa para la adquisición de armamento (decenas de cañones, miles de rifles, carabinas, sables y revólveres, y millones de proyectiles), así como, prendas de
uniforme y otros pertrechos militares que serían utilizados en la Guerra con España, en el combate del 2 de mayo de 1866, y en el equipamiento del Ejército y Marina de Guerra del Perú. Fue nombrado a estas importantes comisiones por sus conocimientos de contabilidad como tenedor de libros, del idioma francés, su experiencia como negociador y comerciante; pero sobre todo por su probado patriotismo y su honestidad a toda prueba.
Luego de estas importantes comisiones, nuestro héroe continuó en su modesta casa y en su modesta vida. Este es otro extraordinario ejemplo que nos deja el Coronel Bolognesi, ahora que se están investigando muchas adquisiciones de material bélico, equipo militar y hasta de un satélite; las autoridades civiles y militares involucradas en estas tareas deberían recordar a Bolognesi; y antes de aceptar un encargo de compras en el extranjero, primero deben preguntarse si están capacitadas para ello y si van a ser honestos en su accionar.
En marzo de 1868 es nombrado como 1er Jefe del Regimiento de Artillería de la Plaza del Callao.
A partir de junio de 1872, el Coronel Bolognesi se retiró de la vida militar.
El 5 de abril de 1879, Chile declara la guerra al Perú, en momentos en que la defensa nacional se encontraba en una lamentable situación, producto de las malas decisiones políticas. Nuevamente, la historia nos da una amarga lección; y es que hoy, cuando escuchamos voces que exigen reducir nuestras Fuerzas Armadas porque ya se cerraron las fronteras con los países vecinos; parece que se olvida que la guerra más sangrienta y de peores consecuencias para nuestra Patria, fue la guerra con Chile, país con el que no teníamos frontera; aparentemente, algunos creen que las guerras son solamente por territorios, y pretenden hacernos olvidar que las guerras son - sobre todo - por conflictos de intereses; y cuando un país tiene muchos recursos y otro no, siempre habrá conflictos de intereses; y también, cuando dos países se disputan la primacía en una región, siempre habrá conflictos de intereses.
Hoy, estamos seguros que no tendremos otra guerra por el guano y el salitre; pero nadie puede estar seguro que no habrá una guerra por otras razones.
Ante la declaratoria de guerra, Bolognesi se presentó inmediatamente a prestar servicios en el Ejército, a la edad de 62 años, en una época en que una persona de más de cincuenta años era considerado un anciano. Otra lección de la historia, para servir a la Patria, para defender al Perú, no hay límite de edad.
Bolognesi es designado Comandante de la 2da División del Ejército del Sur, que tuvo destacada actuación en los combates de San Francisco y Tarapacá (19 y 27 de noviembre de 1879). Tras la derrota en la batalla del Alto de la Alianza (26 de mayo de 1880), todo el sur peruano quedó en manos del invasor, a excepción de la Plaza de Arica, al mando de Bolognesi; rodeado por fuerzas superiores 5 a 1 y abandonado por el resto del país.
El 22 de mayo de 1880 escribe una carta a su esposa (María Josefa de la Fuente) en la que le dice: “Dios va a decidir este drama en el que los políticos que fugaron y los que asaltaron el poder, tienen la misma responsabilidad… Unos y otros han dictado con su incapacidad y conducta, la sentencia que nos aplicará el enemigo…”.
misma responsabilidad… Unos y otros han dictado con su incapacidad y conducta, la sentencia que nos aplicará el enemigo…”.
En palabras sencillas, señala las causas del desastre: Falta de patriotismo, imprevisión, mediocridad, corrupción de nuestra clase dirigente; Chile no ganó la guerra, nosotros la perdimos por los enfrentamientos internos entre peruanos, falta de altura de estadista en la clase gobernante, y falta de preparación en el estamento militar.
Bolognesi se daba perfectamente cuenta de lo que sucedía, y conscientemente escogió el camino de la dignidad y el honor. Otra hermosa lección de temple y carácter militar.
La mañana del 5 de junio de 1880, el Sargento Mayor del Ejército chileno Juan de Cruz Salvo solicita la rendición de la Plaza de Arica. Bolognesi tenía la respuesta, pero llamó a sus Oficiales y deliberaron, porque las Fuerzas Armadas en su conjunto no son deliberantes como dice la Constitución, pero los militares como seres humanos permanentemente deliberamos para tomar una posición ante una situación planteada, es decir, tomar una decisión. La decisión fue unánime y la respuesta de Bolognesi fue: “Tenemos deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho”.
Respuesta que reúne un cúmulo de virtudes militares, entre otras: espíritu de cuerpo, honor y disciplina. Espíritu de cuerpo, porque al decir “tenemos” denota una respuesta colectiva; honor, porque se trata de deberes cnsiderados “sagrados”; y disciplina en grado sumo, porque estos deberes sagrados, serán inexorablemente cumplidos “hasta el último aliento”. Este es el digno juramento de un soldado que no concibe la vida sin honor.
Rodeados por mar y tierra, sin posibilidades de retirada, ni de refuerzos, y sin ninguna alternativa viable de obtener una victoria ante la inmensa superioridad numérica del invasor (6 a 1). 1,700 peruanos se encontraban abandonados en Arica.
Hoy decimos: ¿Cómo fue posible que en esa época hayamos abandonado a 1,700 peruanos en una situación tan extrema?
Sin embargo, actualmente, conversando con muchos compañeros de arma, ellos confiesa que, también se sienten abandonados por una sociedad que juraron defender; abandonados sobreviviendo con sus escasos sueldos y remuneraciones, entre los más bajos de la región sudamericana; otros se sienten abandonados, al enfrentar juicios donde deben pagar abogados por años para demostrar su inocencia, (No me refiero a los que cometieron delitos, me refiero a los acusados injustamente); también tenemos a muchos excombatientes discapacitados, que se sienten abandonados… ¿Es que no aprendemos?
Arica nos muestra como un Estado y un país entero puede abandonar a sus hijos. Pero, Bolognesi nos demuestra que si el hombre no se abandona a sí mismo; entonces, todo habrá valido la pena.
Regresemos a 1880, las fuerzas peruanas abandonadas en Arica, sólo tenían dos opciones: rendirse o luchar hasta el fin.
En esas condiciones extremas, pensemos:
¿Por qué se quedaron a defender el puerto de Arica? Este puerto era importante para apoyar al Ejército del Sur y como base naval para la Armada Nacional; pero en la práctica, ambos ya no existían.
¿Por qué no se rindieron? No serían la primera unidad militar en el mundo que se haya rendido. La historia militar mundial registra varios casos de rendición y todos conocían de la rendición del Brigadier español Rodil en 1826, dos años después de la batalla de Ayacucho; cuando entregaron la Fortaleza del Real Felipe.
Entonces, ¿por qué el Coronel Bolognesi y los defensores de Arica no se rindieron? ¿No creen Uds. Que esos Oficiales no pensaron en sus esposas, en sus hijos, en sus familias, en sus casas?
Yo sstengo que no se rindieron, porque ante tanta imprevisión, ante tanta mediocridad, ante tanta incapacidad y traición; alguien debía señalar el camino, marcar el rumbo, dar el ejemplo, e indicar que nuestro camino estaba signado por perseverar hasta el fin, por esforzarnos hasta el último aliento, por pelear hasta el último cartucho. Esa era nuestra única alternativa, rendirnos no era una opción.
Y en esas tristes horas para nuestra Patria, alguien debía decirle al Perú y al mundo, que los peruanos somos un pueblo con dignidad, un pueblo con honor, un pueblo altivo y orgulloso.
Esa decisión y ejemplo de Bolognesi, marcó nuestro proceder en el resto de la guerra: en San Juan, en Miraflores, en La Breña, en Sausini y en Huamachuco, nunca nos rendimos; y luego de esta guerra, continuamos, y nunca las armas peruanas se han rendido, ni en la guerra con Colombia, ni en la guerra con el Ecuador en 1941, ni en el Cenepa, ni en el Cóndor, ni en el Proceso de Pacificación.
Y es que, como todos los Ejércitos, hemos tenido victorias y derrotas, pero nunca hemos tenido una rendición. Los militares peruanos jamás nos rendimos… Bolognesi nos señaló el rumbo y los militares aprendimos la lección.
El 7 de junio en la Batalla de Arica, Bolognesi respetaría sus palabras, honraría su juramento.
Sobre la gesta de Arica, el historiador Jorge Basadre diría: “Hay diferentes modos de dormir en la soledad de las tumbas, Bolognesi y sus compañeros están siempre acompañados por un cariño y un respeto espontáneos y multitudinarios porque, al inmolarse, le dieron al Perú algo más importante que una lección de estrategia: le dieron símbolos nacionales, aliento misterioso para el alma colectiva…”.
Efectivamente, Bolognesi y los suyos están presentes en la misma alma nacional, fundidos en la identidad y memoria de nuestra Patria. Su ejemplo no sólo se circunscribe a lo castrense, sino que se extiende a todas las esferas de la vida nacional.
Ricardo Palma, el escritor de tradiciones peruanas, describe así el momento de la muerte de nuestro héroe: “Esos postreros instantes nos deslumbran y admiran como las irradiaciones espléndidas de un sol que se hunde en la inmensidad del océano”.
Bolognesi y los héroes de Arica, no se inmolaron para que les dediquen un discurso, les reciten algún poema o les escriban un libro; no se sacrificaron para que calles y plazas lleven sus nombres, no se sacrificaron para que les pinten un óleo, o les canten un himno.
Creo que lo que ellos buscaban, era que los tomemos como ejemplo, que sean nuestro modelo a seguir, que todos los peruanos luchemos hasta el último aliento por nuestra Patria. Ese sería el mejor homenaje que pudiéramos hacer a Bolognesi.
Hoy, a 200 años de su nacimiento, lo mejor que podemos hacer es mirarlo de frente y decirle: Mi Coronel Bolognesi, seguiremos su ejemplo, su amor a la patria desde niño, su profesionalismo desde joven, su entrega de adulto, su honestidad al servicio del Estado, su firmeza y decisión al defender nuestra Patria, su ejemplo en Arica.
Hoy, que un gran porcentaje de nuestra juventud está confundida por falsos ídolos, que tienen como sus modelos a seguir a futbolistas en el extranjero, o muchachitos de algún programa de televisión; hoy que nuestra sociedad está impregnada de antivalores difundidos por medios de comunicación que sólo buscan su lucro propio y no la construcción de una mejor sociedad; hoy que las noticias nos informan permanentemente de casos de corrupción de autoridades y funcionarios del Estado, que en lugar de servir al país, sirven a sus propios intereses; hoy que tenemos una sociedad como la que todos conocemos… y sufrimos. Hoy, la figura del Coronel Bolognesi, su ejemplo de amor a la Patria, su profesionalismo, honestidad y su sacrificio por el honor nacional, refulge con mayor brillo cada vez.
Porque Bolognesi con mirada serena, brazo firme y empuñando su sable, nos señala el camino del honor y la dignidad, nos dice desde la eternidad que el pueblo peruano debe seguir su ejemplo, y ser un pueblo altivo, orgulloso, que no debe rendirse jamás ante la adversidad.
Gracias a Bolognesi y nuestros héroes, somos un pueblo que puede mirar de frente a cualquier nación del mundo, y que no tiene por qué bajar la cabeza ante nada, ni ante nadie, porque nosotros nunca nos rendimos.
Bolognesi nunca morirá, vive y siempre vivirá en la mente y en el corazón de todo buen peruano, aún después de 200 años de su nacimiento.
El mejor homenaje que los peruanos podemos hacer a Bolognesi a 2 siglos de su natalicio, es decirle que hemos aprendido las lecciones que nos dejó, que su ejemplo será seguido por las generaciones presentes y venideras de peruanos. Que trabajaremos por esta Patria bendita hasta el último esfuerzo, y que, de darse el caso, pelearemos hasta el último cartucho, siguiendo su ejemplo.

¡Honor y gloria al Coronel Bolognesi!
¡Honor y gloria a nuestras Fuerzas Armadas!
Y gracias a ellos, podemos decir:
¡Honor y gloria a nuestra Patria: el Perú!
Muchas Gracias.


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