COMENTARIOS
Maria Vilma Moreno Chinchay Lo vi todo y es muy interesante la alternativa militar, solo falta el cambio de mentalidad en los cuarteles en el aspecto tecnologico, el social para formar nuevos combatientes. M.V.
Maria Vilma Moreno Chinchay jefe hermoso a mi no me gusta opinar de lo que es obvio porque ala larga crea controversia, sólo opino lo que en el video se muestra no lo que cada quien puede opinar muy a su manera. Sólo nos queda prepararnos y seguir adelante como la gloriosa caballeria.. Saludos Cordiales. M.V.
Servicio militar
De reclutas voluntarios a cadetes de la Escuela Militar de Chorrillos
Domingo, 31 de marzo de 2013 | 7:10 am
Carlos Contreras Chipana.
2013. Lunes 18 de marzo. 9 pm. Por el hilo telefónico.
-¡Aló, capitán!
-¡Sí...!
-Capitán, le saluda el cabo Figueroa.
-¡Muchacho...!, ¿cómo te fue?
-¡Ingresé, capitán, ingresé...!
El cabo Óscar Figueroa Sánchez sonríe cuando recuerda esta anécdota. Tiene 18 años, es chico de barrio y los números son su fuerte. Cuenta que descubrió su vocación por las artes militares gracias a dos amigos de su infancia. Aquella noche de la llamada, el cabo Figueroa se enteraba de que había ocupado el primer puesto en el proceso de admisión a la Escuela Militar de Chorrillos. Como ya les había anunciado la noticia a sus orgullosos padres, decidió contarle a su superior más cercano, a quien le guarda estima.
En los ocho meses de internamiento pasó de recluta (perro) a soldado y de este a cabo. Aún recuerda aquel 27 de agosto del 2012 que ingresó al Regimiento de Caballería “Glorioso Húsares de Junín N°1–Libertador del Perú” (ex escolta presidencial), en Chorrillos, donde cumplía el Servicio Militar Voluntario.
Diez días antes de que se reclute, el cabo Figueroa no había ingresado a la UNI. Aquella noche le dolió mucho haberse preparado año y medio en la academia y no ingresar. Sin embargo, la pena duró solo una hora. Se llenó de coraje y anunció que quería ser militar. Al oír esta noticia, el señor Figueroa respiró hondo y dijo: “Está bien, así que ya no quieres ser ingeniero… te apoyo”. La única condición que le pidió fue servir primero para comprobar si era su vocación.
Así fue que el cabo Figueroa llegó al Ejército. Pasaron las tres semanas de prueba y firmó un contrato de servicio por dos años. Con las propinas que recibía (primero 256 y luego 294 soles) se pagó la pensión. Ya dentro del cuartel le indicaron los beneficios de postular a la EMCH.
“Obtuve el 50% de descuento en el derecho de admisión (3 UIT) y me entregaron dos puntos adicionales por llegar al último examen. Me ayudó bastante. Además tengo experiencia. Sé montar y ya manejo el arma”.
Al día siguiente de la llamada, el cabo Figueroa llegó a la tropa. Su promoción había hecho una “chanchita”. Todos le querían dar la despedida. Ese día martes 19, él ya no era más el cabo Figueroa: todos lo llamaban el cadete Figueroa.
La Escuela Militar de Chorrillos (EMCH) entrena y prepara a los futuros oficiales del Ejército. Cada año, recibe a 1.200 postulantes de distintas regiones. En el reciente proceso ingresaron 250 jóvenes, de los cuales 24 proceden del Servicio Militar.
¡SEÑORITA CADETE!
La cadete aspirante Geraldine Marrufo Sarmiento no es de sonreír mucho. “Todo a su momento”, dice. A sus 19 años, es una de las tres mujeres que ingresaron a la EMCH. Los tíos de ella son militares. “Son mi ejemplo, por ellos elegí esta carrera”.
Geraldine ha prestado el servicio militar desde hace nueve meses. Durante los tres primeros, ella sirvió como recluta en el Hospital Central Militar, ubicado en la avenida Brasil. Luego, en julio del 2012, llegó a la clínica Geriátrica del Ejército. “No hay maltratos en los cuarteles, solo disciplina”, refiere.
Ella ha vivido 16 años de su vida en Chanchamayo, provincia de Junín. Allí presenció en carne propia cómo trabajan los militares. Ahora este mes por fin ingresó a la Escuela Militar de Chorrillos, en la tercera vez. “La tercera es la vencida, más aún si ocupas el segundo puesto”, señala, decidida.
OIGA SARGENTO
Hasta hace unos días, Bryan Infante León era sargento del Batallón de Comunicaciones de Abastecimiento y Mantenimiento del Fuerte Rafael Hoyos, en el Rímac. Ya cumplió la mayoría de edad y durante los meses del Servicio Militar comprobó que está hecho para ser oficial. “La vida militar es dura, es solo para los valientes”, declara.
El sargento Infante no tiene familiares militares y dice que se dio cuenta por sí solo. No por algo ha obtenido el tercer puesto en la modalidad Ordinaria. “En el cuartel apoyé a los expertos que reparan las radios que se usan en las bases militares del país”, añade.
El sargento Infante nos responde serio. Recién está aprendiendo a conocer los ambientes de la Escuela Militar. Al encontrarse con el ex cabo Figueroa se saludan de manera militar. La cuadra de Infante estará en el primer piso, mientras que la de Figueroa en el segundo. Mientras nos reímos de forma discreta al oír una broma, la cadete Marrufo nos observa y sigue sin reír. “Todo a su momento”, asegura ella.
JÓVENES TAMBIÉN INGRESARON POR SER PRIMEROS PUESTOS EN COLEGIOS
Un total de 70 postulantes ingresaron a la EMCH por la modalidad del Tercio Superior (primeros puestos de colegios nacionales). El resto, es decir, 180 jóvenes, aprobó por la modalidad Ordinaria.
Martín Alvarado Padrón tiene 17 años y estudió en el colegio Pedro Ruiz Gallo. Hace unos días, él se convirtió en cadete aspirante, al ocupar el primer puesto. “Cocotín”, como le dicen en casa, viene de familia de militares.
Martha Uribe Aranda es de Huaraz, provincia de Áncash, y con su esfuerzo logró el segundo puesto. A sus 17 años, ella quiere ser una digna oficial del Ejército.
2013. Lunes 18 de marzo. 9 pm. Por el hilo telefónico.
-¡Aló, capitán!
-¡Sí...!
-Capitán, le saluda el cabo Figueroa.
-¡Muchacho...!, ¿cómo te fue?
-¡Ingresé, capitán, ingresé...!
El cabo Óscar Figueroa Sánchez sonríe cuando recuerda esta anécdota. Tiene 18 años, es chico de barrio y los números son su fuerte. Cuenta que descubrió su vocación por las artes militares gracias a dos amigos de su infancia. Aquella noche de la llamada, el cabo Figueroa se enteraba de que había ocupado el primer puesto en el proceso de admisión a la Escuela Militar de Chorrillos. Como ya les había anunciado la noticia a sus orgullosos padres, decidió contarle a su superior más cercano, a quien le guarda estima.
En los ocho meses de internamiento pasó de recluta (perro) a soldado y de este a cabo. Aún recuerda aquel 27 de agosto del 2012 que ingresó al Regimiento de Caballería “Glorioso Húsares de Junín N°1–Libertador del Perú” (ex escolta presidencial), en Chorrillos, donde cumplía el Servicio Militar Voluntario.
Diez días antes de que se reclute, el cabo Figueroa no había ingresado a la UNI. Aquella noche le dolió mucho haberse preparado año y medio en la academia y no ingresar. Sin embargo, la pena duró solo una hora. Se llenó de coraje y anunció que quería ser militar. Al oír esta noticia, el señor Figueroa respiró hondo y dijo: “Está bien, así que ya no quieres ser ingeniero… te apoyo”. La única condición que le pidió fue servir primero para comprobar si era su vocación.
Así fue que el cabo Figueroa llegó al Ejército. Pasaron las tres semanas de prueba y firmó un contrato de servicio por dos años. Con las propinas que recibía (primero 256 y luego 294 soles) se pagó la pensión. Ya dentro del cuartel le indicaron los beneficios de postular a la EMCH.
“Obtuve el 50% de descuento en el derecho de admisión (3 UIT) y me entregaron dos puntos adicionales por llegar al último examen. Me ayudó bastante. Además tengo experiencia. Sé montar y ya manejo el arma”.
Al día siguiente de la llamada, el cabo Figueroa llegó a la tropa. Su promoción había hecho una “chanchita”. Todos le querían dar la despedida. Ese día martes 19, él ya no era más el cabo Figueroa: todos lo llamaban el cadete Figueroa.
La Escuela Militar de Chorrillos (EMCH) entrena y prepara a los futuros oficiales del Ejército. Cada año, recibe a 1.200 postulantes de distintas regiones. En el reciente proceso ingresaron 250 jóvenes, de los cuales 24 proceden del Servicio Militar.
¡SEÑORITA CADETE!
La cadete aspirante Geraldine Marrufo Sarmiento no es de sonreír mucho. “Todo a su momento”, dice. A sus 19 años, es una de las tres mujeres que ingresaron a la EMCH. Los tíos de ella son militares. “Son mi ejemplo, por ellos elegí esta carrera”.
Geraldine ha prestado el servicio militar desde hace nueve meses. Durante los tres primeros, ella sirvió como recluta en el Hospital Central Militar, ubicado en la avenida Brasil. Luego, en julio del 2012, llegó a la clínica Geriátrica del Ejército. “No hay maltratos en los cuarteles, solo disciplina”, refiere.
Ella ha vivido 16 años de su vida en Chanchamayo, provincia de Junín. Allí presenció en carne propia cómo trabajan los militares. Ahora este mes por fin ingresó a la Escuela Militar de Chorrillos, en la tercera vez. “La tercera es la vencida, más aún si ocupas el segundo puesto”, señala, decidida.
OIGA SARGENTO
Hasta hace unos días, Bryan Infante León era sargento del Batallón de Comunicaciones de Abastecimiento y Mantenimiento del Fuerte Rafael Hoyos, en el Rímac. Ya cumplió la mayoría de edad y durante los meses del Servicio Militar comprobó que está hecho para ser oficial. “La vida militar es dura, es solo para los valientes”, declara.
El sargento Infante no tiene familiares militares y dice que se dio cuenta por sí solo. No por algo ha obtenido el tercer puesto en la modalidad Ordinaria. “En el cuartel apoyé a los expertos que reparan las radios que se usan en las bases militares del país”, añade.
El sargento Infante nos responde serio. Recién está aprendiendo a conocer los ambientes de la Escuela Militar. Al encontrarse con el ex cabo Figueroa se saludan de manera militar. La cuadra de Infante estará en el primer piso, mientras que la de Figueroa en el segundo. Mientras nos reímos de forma discreta al oír una broma, la cadete Marrufo nos observa y sigue sin reír. “Todo a su momento”, asegura ella.
JÓVENES TAMBIÉN INGRESARON POR SER PRIMEROS PUESTOS EN COLEGIOS
Un total de 70 postulantes ingresaron a la EMCH por la modalidad del Tercio Superior (primeros puestos de colegios nacionales). El resto, es decir, 180 jóvenes, aprobó por la modalidad Ordinaria.
Martín Alvarado Padrón tiene 17 años y estudió en el colegio Pedro Ruiz Gallo. Hace unos días, él se convirtió en cadete aspirante, al ocupar el primer puesto. “Cocotín”, como le dicen en casa, viene de familia de militares.
Martha Uribe Aranda es de Huaraz, provincia de Áncash, y con su esfuerzo logró el segundo puesto. A sus 17 años, ella quiere ser una digna oficial del Ejército.
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