lunes, 16 de septiembre de 2019

A 8 años de la historia de valor, coraje y Amor a la Patria " My EP Jorge Matallana Copiloto del Helicóptero MI-17 que salvó la vida de una patrulla de soldados a bordo del helicóptero de la Aviación del EjércitoEP

My Matallana : Con él Crl Esnaider Vásquez  Piloto del Helicóptero conformamos la tripulación para toda la temporada de 15 días en el VRAE. Nos dio recomendaciones antes del vuelo. Nos dijo que el comando nunca muere, que el jefe cae y asume el que le sigue y así sucesivamente.  Me dijo que debía   estar en condiciones de tomar la aeronave si algo pasaba y que me apoyara en la tripulación. Me decía: ‘Tienes que estar atento si me pasa algo. Tú ya estás en condiciones’. Entonces cuando lo vi herido automáticamente tomé los comandos de la nave y pude controlarla. No pensé que llegaría el día. Cumplí con sus instrucciones”


TESTIMONIOS DE VALOR

HONOR Y GLORIA A NUESTROS HÉROES



Mario La Torre Piloto de la Aviación del Ejército: Hoy se conmemoran 8 años de tu partida con la gloria que todo soldado desearía. Entregaste tu vida junto con el Comando Cap EP Jenner Vidarte para ver un Perú sin delincuentes narcoterroristas por la Pacificación Nacional. Hoy tus compañeros del aire de la Aviación DEL Ejército, del Ejército del Perú y las Fuerzas Armadas recordamos tu heroico sacrificio. "Gallito", "Papa", "Veshino", Crl EP Esnaider Vásquez Silva continúa iluminando a todas las tripulaciones y compañeros en provecho de la Defensa y Desarrollo Nacional…. "Los pilotos no mueren... vuelan más alto





Personal de la Aviación del Ejército participa en misa de honras



El General de Brigada Angel Pajuelo Jibaja, Comandante General de la Aviación del Ejército (AE), presidió la misa de honras ofrecida en recuerdo del coronel EP (f) Esneider Ernesto Vásquez Silva, quien falleció en acto de servicio, cuando el helicóptero MI-17, que piloteaba, fue atacado por delincuentes terroristas, mientras recogia una patrulla del Ejército, en el distrito de San Martín de Pangoa, provincia de Satipo, Junín; este fatal acontecimiento sucedió un 14 de setiembre del año 2011
La acción litúrgica se realizó en el patio de armas de la base Callao de la AE, y contó con la participación de todo el personal militar y civil que trabaja en esta dependencia. El padre Persi Torres Zegarra, capellán de la Aviación del Ejército ofició la misa, en la que oró por el alma del valeroso oficial caido e instó a los presentes a recordar el sacrificio que hizo en aras de la pacificación nacional.
Cabe mencionar que, en el atentado falleció también el capitán del Ejército Jenner Vidarte Campos, jefe de patrulla. La pérdida de ambos integrantes de nuestra institución, pone de manifiesto el riesgo constante en que se encuentran, quienes abrazan la carrera de las armas; que a pesar de ello, no dudan en poner sus vidas al servicio de la patria






Volveré al VRAE para ganar la guerra a los terroristas”


Exclusivo:. El valeroso capitán EP Jorge Matallana, que a pesar de estar herido salvó a toda una patrulla. Abatido el piloto del helicóptero Mi-17, el comandante Esneider Vásquez, el copiloto Jorge Matallana tomó los controles, continuó con el plan de vuelo y evitó que los senderistas cumplieran con el objetivo de matar a todos y destruir la aeronave.
Mará Elena Hidalgo.
“Volveré al VRAE y ganaremos la guerra a los terroristas. El comando nunca muere”, dice el capitán EP Jorge Matallana Abanto, copiloto del helicóptero Mi-17 atacado por terroristas la tarde del 14 de setiembre en las inmediaciones de San Martín de Pangoa, Satipo. Matallana estaba al lado del comandante EP Esneider Vásquez Silva cuando los senderistas dispararon directamente a la cabina de la aeronave en un intento por derribarla y matar a los miembros de una patrulla que habían cumplido misión.
“A pesar de todo, esta guerra contra el terrorismo y el narcotráfico la vamos a ganar”, reitera el capitán Matallana, internado en una clínica para restablecerse de las heridas sufridas durante el feroz ataque. Cuando Matallana observó que su jefe, el piloto Esneider Vásquez, había sido impactado por las ráfagas de la metralla de los asesinos, no dudó en tomar los controles del helicóptero ruso Mi-17 y continuar con la operación encomendada.
“Lo hice porque el comando nunca muere. Eso es lo que aprendí en el Ejército. Eso es lo que me decía mi comandante Vásquez”, explica el capitán Matallana. Recibió el impacto de dos esquirlas en el rostro. Uno cercano  al ojo derecho, lo que le originó una inflamación ocular que le impide momentáneamente la visión, y el segundo se ubicó en la mejilla izquierda. No obstante las heridas, Matallana, de 32 años, prosiguió con la misión.
“En la base de Pichari, sede del Comando Especial del VRAE, se montó una operación para la extracción de cuatro patrullas que habían sido sembradas unos días antes. Dos helicópteros de la FAP sacarían dos patrullas, otros dos helicópteros harían lo mismo con otras dos patrullas. Yo iba como copiloto en la tercera aeronave”, relata el capitán Matallana: “Salimos de Pichari aproximadamente a las 4 y 40 de la tarde. El objetivo era desplazarnos hasta una zona conocida como ‘Flora’, a unos veinte minutos de vuelo desde Pichari. Cada helicóptero estaba encargado de sacar  13 hombres. Una vez que llegamos al  lugar nos comunicamos con las patrullas para saber si  la zona estaba asegurada, es decir, libre del enemigo, y nos dijeron que sí. El primer helicóptero ingresó a ‘Flora’ y no tuvo ningún problema en salir. Lo mismo  pasó con el segundo. Entonces nos tocó el turno”.
“Entramos al helipuerto que habían improvisado las patrullas que íbamos a sacar. Bajamos y esperamos a que subieran. Subieron 12 y el último fue el capitán Jenner Vidarte. Un efectivo de  la tripulación me avisó que los 13 ya estaban adentro. Entonces le digo al comandante Vásquez (el piloto): ‘Mi comandante, ya está la gente lista’. Y me contestó: “Muy bien. Número tres ¡saliendo!”.
Entonces llegó el fuego.
El sonido de la guerra
“El  helicóptero se despegó de la tierra y se elevó hasta tres metros del  piso y es allí cuando siento la ráfaga de una ametralladora que entraba en la cabina del piloto. A veces uno no se da cuenta de los disparos debido ruido del helicóptero y los audífonos que tenemos puestos. Por eso recién cuando me cayeron las esquirlas en la cara es cuando me doy cuenta del ataque”, continúa el capitán Matallana: “Entonces volteó hacia mi lado izquierdo para decirle a mi comandante que nos  estaban disparando y debíamos salir  rápido. Pero me encuentro su rostro lleno de dolor. Empieza a perder fuerzas y suelta lentamente los comandos. Me doy cuenta de que le habían impactado y que no  podía pilotar”.
Los disparos continuaban. Los terroristas buscaban derribar la aeronave y acabar con la vida de todos los efectivos. Tenían en mente una carnicería, como lo hicieron en Anapati y en Sinaycocha. Precisamente las potentes ametralladoras que robaron de los helicópteros que destruyeron fueron usadas en el ataque de San Martín de Pangoa.

Eran segundos decisivos para el copiloto, el capitán Matallana.
El experimentado oficial se llenó de valor al ver a su comando muerto y resolvió continuar con la operación.
“A ver que el helicóptero se empezó a desestabilizar le dije al comandante, sin saber que ya estaba muerto:  ‘Ya lo tengo, mi comandante. Y actúo desde mi comando.  Agarro el control de la aeronave con la finalidad de salir del lugar, sin embargo, se encendió la grabadora  del helicóptero y nos dicta las fallas que se registraban debido al impacto de las balas: ‘ falla en el generador número uno’, ‘falla en el generador número dos’, ‘falta combustible’.  ¡Nos  habían impactado 14 balas! Nosotros no pudimos responder el fuego desde el helicóptero porque en ese momento la  reacción principal fue controlar la aeronave. Se me pasó  por la cabeza  regresar y atacar, pero al ver que la nave estaba en emergencia, resolví salir de la zona para salvar a la patrulla”, narra desde su lecho de herido el capitán Matallana.
“Le pregunto al ingeniero de vuelo  (del helicóptero) cómo estaba la máquina, para decidir si debía aterrizar de  emergencia y me responde: ‘No, jefe, sáquenos de aquí, no hay problema. ¡Sáquemos! Yo alcé vuelo y salí. Ya en el  aire pregunto: ‘¿Y mi comandante cómo está?’ Y me contestan: ‘Ha  fallecido’. Volteo hacia su lado  y observo que su cuerpo se había  ido hacia delante, hacia el tablero. Estaba sin vida”, señala el capitán, sin ocultar su pesadumbre. El comandante Esneider Vásquez y el capitán Matallana habían cumplido numerosas misiones juntos en la zona de guerra del VRAE.
“Era muy buena persona y piloto”, recuerda Matallana del comandante Esneider Vásquez: “Le decíamos ‘Gallo Claudio’ por el parecido con el dibujo animado. Le encanta su ‘chapa’, y él mismo se reportaba así cuando salía en vuelo y nos rectificaba cuando solo le decíamos ‘Gallo’ y no ‘Gallo Claudio’.  Con él conformamos la tripulación para toda la temporada de 15 días en el VRAE. Nos dio  recomendaciones antes del vuelo. Nos dijo que el comando nunca muere, que el  jefe cae y  asume el que le  sigue y así sucesivamente.  Me dijo que debía   estar en condiciones de tomar la aeronave si algo pasaba y que me apoyara en la tripulación. Me decía: ‘Tienes que estar  atento si me pasa algo. Tú ya estás en condiciones’. Entonces cuando lo vi herido automáticamente tomé los comandos de la nave y pude controlarla. No pensé que llegaría el día. Cumplí con sus instrucciones”.
Matallana tuvo que volver la mirada hacia el frente y continuar con el vuelo, porque en sus manos estaba la vida de toda una patrulla y del resto de la tripulación.
Misión cumplida, comandante
“El técnico Orlando García me indicaba las fallas de la aeronave y el alumno del ingeniero de vuelo, el suboficial Félix Ramos Huamaní, me cantaba los parámetros. En ese momento  no teníamos activos los instrumentos con los que volamos. Así que, como yo ya había volado en esa zona, estaba  ubicado y conocía el camino. De modo que conduje  la máquina hasta la base de Pichari para llevar a los heridos”, siguió con su relato de guerra el copiloto Matallana.
“Sin embargo, no pude llegar a mi destino porque en el camino el ingeniero  de vuelo me dice que teníamos que aterrizar de emergencia porque no teníamos combustible. El tanque había sido  agujereado por las balas. Fueron impactadas las cañerías, las bombas y el combustible se había derramado. Hice  un aterrizaje de emergencia. Vi un lugar seguro en la playa de un río cerca de Llochegua, en Huanta, y aterricé  de emergencia. Si no lo hacíamos nos veníamos abajo e íbamos a lamentar más muertes”, afirma.

“Es lo mismo que seguramente habría hecho mi comandante Vásquez, por eso le digo, donde quiera que se encuentre: ‘Misión cumplida, mi comandante’”, se emociona Matallana.
¿Se pudo evitar el ataque?, le preguntamos. Hay quienes argumentan supuesta negligencia por enviar patrullas y helicóptero a una zona de presencia terrorista.
“No, somos vulnerables y los  terroristas lo saben. Y saben que disparando a la cabina matan al piloto y copiloto y se traen la nave abajo. Afortunadamente no me dieron a mí y pude controlar la aeronave si no todos hubiéramos  muerto. Negligencia no hubo, todo estuvo bien planeado, pero hay cosas que no se pueden evitar. ¡Es una guerra! Pero, como digo, volveré y lo haré para vencer  junto a mis compañeros y a mi comando”, apunta con energía.
Temporada en el infierno verde
“Estoy en el VRAE desde el 2008 como copiloto del Mi-17. Por cada operativo puedo estar en la zona entre 15 días y tres semanas. Esta vez  ingresamos en el área el primero de setiembre e íbamos a ser relevados el 15. El 14 fue el ataque. Es decir, 24 horas antes”, dice el capitán EP Jorge Matallana.
“Al capitán Jenner Vidarte (abatido en el ataque) lo conozco porque somos contemporáneos y nos hemos visto en la escuela militar. No sabía que él era el  jefe de la patrulla. Recién cuando lo vi caído lo reconocí y me dio pena. Fue el último    en subir. Le impactó un disparo en la espalda. El comandante también murió de un disparo en el costado. Estaba con chaleco antibalas, pero no lo cubrió”, señala.
“Cuando éramos atacados intentamos comunicarnos con el cuarto helicóptero. Era para avisarles que no ingresaran porque estábamos bajo fuego. Pero no logramos hacerlo y recogieron a su gente sin darse cuenta de que los terroristas también les habían disparado. Recién cuando llegaron se dieron cuenta de que el helicóptero tenía ocho impactos”, afirma


DICIEMBRE 2011


CEREMONIA DE CONDECORACION CON LA MEDALLA
AL COMBATIENTE "MARISCAL ANDRÉS AVELINO CÁCERES" A LOS
SOBREVIVIENTES DE DE UN HELICOPTERO EN UNA EMBOSCADA TERRORISTA



Condecoración, Medalla al Combatiente Mariscal Andrés A. Cáceres
San Borja, 28 Dic. EP.-  Integrantes de la tripulación del helicóptero MI-17 EP 617, fueron condecorados por su participación en el enfrentamiento armado contra los narcoterroristas.
El Gral. Ejto. Víctor Ripalda Ganoza, Comandante General del Ejército, condecoró al personal de la tripulación del helicóptero MI-17 EP 617, quien en su discurso valoró el sacrificio demostrado, destacando que la Medalla al Combatiente Mariscal Andrés A. Cáceres es un justo reconocimiento, no sólo al cumplimiento del deber, sino a la  dignidad, valor y amor al Perú.
En la Plaza Cáceres del Cuartel General del Ejército, recibieron la condecoración en el grado de al Mérito el Cap. EP Jorge Matallana Abanto, Tco.2 EP Orlando García Delgado, SO1 EP Triunfo Cruz Ramos y SO2 EP Freddy Ramos Huamaní. Asimismo el Gral. Ejto. Víctor Ripalda Ganoza, entregó la medalla a los hijos del My. EP Jenner Vidarte Campo,  cuyo  nombre  ya está grabado y perennizado en el Cenotafio, un  monumento erigido para rendir homenaje y gratitud a quienes ofrendaron su vida por la pacificación nacional.
El  Cap. EP Jorge Matallana Abanto, en nombre de los condecorados, agradeció el reconocimiento, expresando el compromiso de continuar cumpliendo misiones en defensa de la paz, con la satisfacción de servir a la patria.
La ceremonia culminó con el saludo de felicitación a los familiares del  My. EP Vidarte y al personal integrantes de la tripulación del helicóptero MI-17 EP 617, quienes sobrevivieron al enfrentamiento armado el 14 de setiembre del presente año

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